Hay veces en las que quiero olvidarme de todo, pero acostada en mi cama contemplando las estrellas en mi techo recuerdo que la magia sigue aquì, que no se ha ido. Cada estrella tiene un brillo diferente, y cada una necesitó calor, ternura y dedicación para que me alumbraran en la noche. En el empaque decía que para que brillaran tenía que calentarlas... entonces esa tarde me pasé calentando con mi hermanita las estrellitas con la secadora, y es por eso que puedo verlas ahora. Mi brillo es relativo al esfuerzo que se ha puesto en el ¿Qué tanto brillo contigo?
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