jueves, 16 de junio de 2011

Cuentos de Madrugada PARTE I Por Heriberto


Érase una vez...  
Una joven cariñosa, tierna, y muy pero muy traviesa. Ella vivía con sus padres, toda la familia se llevaba muy bien, claro, aunque a veces la hija no entendia muchas de las actitudes de su madre, sin embargo, no la contradecia en sus órdenes.
La joven, vivía en un lindo castillo, y dedicaba las mañanas a pasear por el bello bosque cercano al castillo, montada en su lindo corcel, de un extraño color marrón (casi rojo). El corcel, galopaba velozmente siempre, y la joven disfutaba la manera en que el corcel la llevaba por todos lados.
Por las tardes, después de una larga travesía por los bellos senderos del bosque, atravesaba un camino secreto que la llevaba directo hacía el pueblo en donde se encontraba con algunos de sus amigos. Ella sabía que sus padres considerarían esto un escándalo, sus padres no sabían esto, pues creían que pasaba todo el dia recorriendo el bosque, de donde segun ellos, ella no podía salir.
No había nada más que disfrutará en este mundo, que pasar el tiempo con las personas que había conocido en el pueblo. Era una experiencia sin igual, y para esto, ella tenia a su lado  inseparables amigos, que siempre la escuchaban, y estaban en los momentos en que ella siempre los necesitaba. Lineth, Inés, María, Valentina, Renault, Owen y nuestra encantadora joven, tenían una gran amistad.
Siempre que estaban juntos, el tiempo era casi eterno (pues sabían que momento tan felices y valiosos, siempre vivirían en su memoria, serían recuerdos imborrables) . Todos, acostumbraban reunirse en un sitio, para despues, dirigirse a toda clase de lugares, en donde al llegar, solían contar toda clase de sucesos, historias extrañas, cuentos de terror, chistes en demasía, anecdotas de sus vidas, y muchas otras cosas más.
Después de algunos días, su madre, comenzó a sospechar que algo extraño le sucedía a la joven, y si a eso agregamos el hecho de que su madre comenzaba a enojarse siempre que su hija no ayudaba con algunas de las tareas del castillo, todo parecía estar en contra de la joven
Pero aún así, la joven hizo caso omiso de estas injustificadas sospechas por parte de su madre, pues sabía que no tenía motivo alguno para reprocharle algo a ella. Sabía que lo que hacía, era mucho mejor que ver su vida pasar, encerrada en el castillo, y que había grandes cosas por descubrir, que no aprendería en el bosque.
A pesar de que la joven disfrutaba su vida tal cuál era, existía algo dentro de su ser, que ni sus padres, ni siquiera sus amigos, conocían, y que hacían que ella pasara pensando la mayor parte del tiempo, no sabía la razon, ni mucho menos lograba encontrar algun argumento valido para lo que sentía.
Lo que si sabía, era que eso que sentía, era como un vacío enorme. Nunca había sentido nada similar a aquella sensación. Después de algunos días, al llegar a su casa, la joven subía a su alcoba, se recostaba en la cama, y comenzaba a imaginar miles de cosas dentro de su mente, para intentar dar con la respuesta a aquello que sentía, pero tras miles de intentos, solo conseguía quedarse dormida.
La joven, desperto al dia siguiente, y sin saber aun que era lo que tenía, se dispuso a realizar su habitual recorrido de todos los días. Aun cabalgando, seguía pensando en este mismo sentimiento que desconocía, así que solo decidió pensar que sin importar que fuera, tenía el presentimiento de que cuando llegará el momento indicado, ella sabría que sería.