lunes, 15 de julio de 2013

Una mañana cualquiera

Se levantó. Al tocar el suelo sintió frío en los pies, se puso sus pantuflas y, en el momento en que dio el primer paso, se dio cuenta de que todo lo que conocía había cambiado ¡tanto!, que incluso se mareó al punto de casi caer en la cama. Cuando regresó en sí, caminó hasta la cocina; su madre no estaba, lo que era raro, porque para esa hora del día ella ya estaría preparando la comida. Caminó hacía el cuarto de sus padres; le tomó por sorpresa ver que tampoco estaban ahí. No le dio importancia. Se metió al baño, que no tenía agua.

-¡GATO!

Su casa siempre estaba llena de ruido, pero en esta ocasión ni el gato quiso responder... o tal vez estaba dormido en el techo bajo la sombra del tinaco. Regresó a su habitación con la esperanza de poder arreglar su cabello; cuando se rindió mejor se amarro el cabello con un listón rojo. Una vez no peinada salió a la calle con hambre. Al primer sitio que llegó fue la tienda que, por alguna mística razón, estaba cerrada. Se percató de que nadie más estaba en la calle, ningún vehículo haciendo ruido con el claxon, solo el sonido de uno que otro pajarillo en los árboles. 

Al llegar la noche, intentó llamar a quién fuera, pero nadie le contestó. Estaba sola, tal vez no en el mundo, pero estaba sola. 

-¡GATO!

Al no escuchar respuesta del gato, en vez de ignorar el hecho de que no le respondió como siempre hacía, lloró... y lloró por la soledad que sintió al no percibir la presencia de alguien. Lloró de rodillas en medio de la sala. Después de un rato, se limpió las lágrimas y se fue a dormir, esperando que todo fuera diferente al día siguiente.

Se despertó, esta vez hizo caso omiso al regaño imaginario de su madre, que le decía que se enfermaría si andaba descalza por la casa, y salió corriendo al cuarto de sus padres; otra vez no estaban ahí. Subió al techo y encontró al gato bajo la sombra donde siempre se acostaba.

—¿Qué es lo que buscas? —dijo el gato—. En este mundo solo te veo yo y tú solo me ves a mí. No lograste pasar a ese mundo al que anhelan ir los humanos, te quedaste aquí y no podrás salir.